Construcción del significado de ser adulto
Autora: Jessica Mejia Nabor
Asesora: Patricia Westendarp Palacios
Resumen
Esta ponencia muestra los resultados parciales de una investigación realizada en el estado de Querétaro, en la cual se hizo un recorrido sobre la construcción social e histórica del concepto de adultez. Las definiciones encontradas señalan características que se han vuelto la norma para ser adulto, sin embargo, en el siglo XXI, se están reconfigurando sus significados ya que existen tensiones entre ser adulto tradicional y ser joven, creando así nuevas formas de ser adulto.
Palabras clave: Adultez tradicional, adultocentrismo, construccionismo social, otras formas de ser adulto, significado.
Introducción
Dentro de la sociedad se dice que el adulto es la persona que tiene una madurez tanto física como psicológica que le permite tener responsabilidades y obligaciones (económicas, sociales, familiares, entre otras). Existen diferentes teorías que hablan sobre las etapas de la edad adulta, que biológicamente va de los 30 a los 40 años de edad. Éstas explican que un adulto es alguien estable que tiene como prioridad un matrimonio, trabajo e hijos y socialmente se concentra en el trabajo, la política y su responsabilidad jurídica.
Además, bajo una lógica de consumo, se ha propiciado prolongar la juventud y están surgiendo a los que llaman “chavo-rucos”. Personas entre 25 y 40 años que pareciera se comportan como adolescentes y no siguen los estándares de adultez, pero que son independientes, tienen responsabilidades y obligaciones económicas que un adolescente no tiene.
Sin embargo, no todas las personas que transitan la adultez se encuentran en una visión o en la otra, sino que avanzan de maneras diferentes, generando así, otras formas de ser adulto. Por lo tanto, el objetivo de esta investigación fue conocer cómo se construye el significado de ser adulto en personas de 25 a 40 años de edad que no cumplen con los estándares establecidos desde una visión tradicional de adultez.
Adultez y adultocentrismo
La definición de la Real Academia de la Lengua dice que ser adulto es cuando la persona alcanza la plenitud de crecimiento o mayor grado de perfección. A partir de una búsqueda en distintas disciplinas como la psicología, la sociología y la etimología, Adam (1970) menciona las características que debe tener un adulto: ser reconocido favorablemente en sociedad, tener un estatus laboral estable, ser responsable, independiente y tener madurez social. Esta última implicaría ser activo y productivo en sociedad.
Además, Duarte (2016), a través de un recorrido histórico, describe cómo se ha construido la imagen del adulto como aquello que es deseable, perfecto y que todo individuo debe alcanzar. Define al adultocentrismo como
Una categoría de análisis que designa un modo de organización social que se sostiene en relaciones de dominio entre aquello que es forjado como adultez, impuesto como referencia unilateral, respecto de aquello que es concebido como juventud (también niñez y adultez mayor). (…) [Sujeto] en función del deber ser, de lo que ha de hacerse y lograr, para ser considerado en la sociedad, según unas esencias delimitadas en el ciclo vital (pág. 44).
Por otra parte, Sánchez (2007) menciona que en las nuevas generaciones, las personas de 25 a 35 años que se encuentran transitando la adultez, se están preocupando cada vez más por sí mismas y cuidar su imagen se ha convertido en algo esencial para tener éxito dentro de la sociedad. Estas personas viven en un sector socioeconómico medio alto ya que les permite tener un alto nivel de compra que utilizan en ellos mismos y adoptan una forma de vida individualista y consumista. Toman como una imposición el tener que ser un ejemplo a seguir, o ser una autoridad, para otras generaciones. A partir de esto, se aspira prolongar la juventud con la esperanza de evitar dicho conflicto. Desde una lógica de mercado se les ha catalogado como “chavo-rucos” o “adultescentes” ya que se les atribuyen aspectos retomados de una visión tradicional de juventud, como: la irresponsabilidad, el seguir en la escuela, no independizarse de los padres, etcétera.
Moreno (2012) considera que los adultos tienen como principales preocupaciones la imagen, el individualismo y el consumismo que se convierten en esenciales para obtener éxito tanto personal como socialmente. Descubre que las personas que no desean asumir la adultez son
Evasivos frente a la responsabilidad y toma de decisiones, a la vez que añoran la etapa de la adolescencia; teniendo en cuenta que algunos tuvieron que asumir una posición adulta desde muy jóvenes, así mismo quisieran ser menos rígidos en el papel de profesionales, padres y adultos (pág. 44).
El autor señala que existe una mirada negativa hacia la adultez pues los individuos sienten que les ha sido impuesta; para ellos es una carga el tener que ser un ejemplo a seguir de las generaciones más jóvenes. En contraste ven la adolescencia con nostalgia al no tener responsabilidades ni pérdida de la vitalidad o la salud.
Pero es importante considerar en qué medida afecta el contexto actual en el camino para que una persona de clase media se trasforme en un adulto tradicional o tenga un estilo de vida que llevan los “adultescentes”. Desde la instauración del neoliberalismo en México, los trabajos son cada vez menos estables y las vidas se han vuelto más precarias (Bourdieu, 1988). Consecuentemente, en la mayoría de las ocasiones, no es posible para una persona el mantener una casa y/o tener una familia propia, por lo cual muchos optan por no salir de la casa de sus padres, seguir estudiando después de concluir una licenciatura, no tener hijos, entre otras situaciones.
Otro aspecto a tener en cuenta es la juventud, considerando que es la etapa que el adulto estaría intentando prolongar. Bourdieu (1990), describe que existe una lucha entre las generaciones de mayor edad y las más jóvenes. Esto debido a que los jóvenes podían pretender la sucesión al poder de los adultos. De la misma forma, los jóvenes representaban al adulto una etapa en la que podían hacer más cosas físicamente, por ejemplo, el deporte ya no era lo mismo para las generaciones mayores. En este sentido, el adulto llegaba a pensar que se estaba quedando atrás al no poder hacer cierto tipo de cosas que conllevaban mayor energía física.
Este autor menciona que la juventud no es algo dado, sino que es algo que se ha construido socialmente debido a esta lucha entre jóvenes y viejos. De esta manera se ha constituido un referente en cuanto a lo que se le atribuye a un joven, como la irresponsabilidad, el cabello largo, andar en motocicletas o estar en la escuela rodeado de más jóvenes.
En este sentido, aquellos que logran prolongar su estadía en la escuela, podrían prolongar también su juventud. Esto es alcanzado en su mayoría por la población burguesa, ya que, al contrario de las clases populares, pueden pagar con mayor facilidad la escuela.
Alpízar y Bernal (2003) mencionan que la juventud es el momento cronológico en el que una persona adquiere los valores y habilidades que la llevarán a una vida adulta productiva. De esta forma, se prepara para el mundo del trabajo, el matrimonio y la paternidad.
La juventud es concebida como un “status” que se adquiere a través de la adecuación de los individuos a determinadas actividades socialmente definidas. Desde este punto de vista, podrían haber personas cronológicamente jóvenes pero que, no obstante, no desarrollan su juventud; o bien, adultos que desarrollan comportamientos típicamente juveniles (pág. 6)
Performatividad
A partir de lo anterior, resulta significativo hablar sobre la performatividad que es un concepto retomado desde la teoría de Judith Butler y que permitió ver cómo se representan las cuestiones de género y generaciones dentro de la adultez.
Este concepto consiste en la argumentación de que la esencia de género es una apariencia que se ha construido a través de actos corporales reiterativos. La performatividad actualiza normas desde la repetición y regulación de estos actos. Para Butler, la performatividad “debe entenderse como la práctica reiterativa y referencial mediante la cual el discurso produce los efectos que nombra. (…) Ese poder reiterativo del discurso para producir los fenómenos que regula e impone” (1933, pág. 34).
Cabe destacar que al hablar de performatividad no se trata de actos que las personas elijan o no hacer, sino que es a partir del discurso y la reiteración que éstos se producen, el hecho de que “esta reiteración sea necesaria es una señal de que la materialización nunca es completa, de que los cuerpos nunca acatan enteramente las normas mediante las cuales se impone su materialización” (Butler, 1933, pág. 18). Por lo tanto no se puede decir que las personas deciden un día ser jóvenes y otro ser adultos, sino que a partir de sus actos se ven como uno u otro.
También, se puede pensar que las nuevas generaciones no están obedeciendo a las expectativas o los discursos que se han dicho sobre lo que debe hacer un adulto, sino que transitan la adultez de formas diferentes. En este sentido, un hombre adulto con pareja puede elegir ser quien cuida la casa y la mujer puede ser proveedora; el adulto puede elegir no tener familia, puede no querer tener un trabajo estable o puede seguir estudiando.
En consecuencia una persona que biológicamente está en la adultez, pero que performa como un joven, puede encontrarse en confusión, cuestionándose si es adulto o es joven y viceversa. Al tener características de los dos grupos etarios y situarse en un punto medio, es donde hemos encontrado tensiones en las formas de ser adulto.
Con lo anterior, se encuentran cambios en lo que se ha constituido como lo adulto, no todas las personas que transitan la adultez se mantienen en la visión tradicional o en la visión de “chavorruco”; también pareciera que se está desdibujando la línea entre lo que se ha construido sobre lo que es ser joven o ser adulto. A partir de esto las personas avanzan de maneras diferentes y se están generando otras formas de ser adulto.
Método
De acuerdo a lo antes mencionado, el objetivo fue conocer cómo se construye el significado de ser adulto en personas de 25 a 40 años que no cumplen con estándares establecidos desde una visión tradicional de adultez. Se utilizó la metodología cualitativa y el método lingüístico para el análisis de los resultados.
Para el acercamiento a campo, se diseñó y aplicó una entrevista semiestructurada a 12 personas de entre 25 y 40 años con los siguientes criterios:
Que tuvieran:
- Entre 25-40 años. Ya que es la edad en la que el adulto se encuentra en su mayor plenitud teniendo estabilidad laboral, madurez social y una familia propia (Monreal, Marco, & Amador, 2001).
- Trabajo. Desde una visión de adulto tradicional, se piensa que la persona de esta edad ya tiene un trabajo estable y que es, además de la crianza de los hijos, una de sus principales motivaciones (Monreal, Marco, & Amador, 2001). Desde la perspectiva de “adultescente” se dice que el adulto que se encuentra en esta etapa, pero que no tiene una familia propia, es individualista, consumista y se preocupa sólo por su imagen (Sánchez, 2007). Sin embargo, nos cuestionamos si, a partir de que la vida se ha vuelto más precaria debido a las políticas neoliberales, un adulto puede aspirar a tener un trabajo estable y si éste se encuentra en sus principales motivaciones.
- Licenciatura terminada. Oliveira y Mora (2008), al igual que Bourdieu (1990), consideran que es más fácil prolongar la juventud para una persona que ha seguido con sus estudios hasta terminar la licenciatura. Igualmente, es importante considerarlo ya que al terminar la licenciatura se puede seguir en un ambiente universitario con posgrados.
Que no tuvieran:
- Casa propia o se encuentre pagándola. Oliveira y Mora (2008) mencionan la importancia que tiene el independizarse de casa de sus padres para que una persona pueda pasar a la adultez. En este sentido, al no tener una casa propia o estable, podría regresar a casa de sus padres.
- Ni quisiera hijos ni matrimonio: Ya que tanto del hombre como de la mujer, se espera que en esta etapa esté criando a sus hijos y se dice que es una de sus principales motivaciones (Alpízar Díaz, 2005).
Los entrevistados firmaron un consentimiento informado en el que se les mencionó la confidencialidad de sus datos personales y las entrevistas duraron alrededor de una hora.
El acercamiento a campo fue realizado en dos fases. En un primer momento se entrevistaron a cuatro personas de 30 a 35 años y a una de 40. A partir de los resultados obtenidos en donde los entrevistados mencionaron que se cuestionaron la adultez a partir de los 25 años, se entrevistó a cuatro personas de 25 a 29 años y a cuatro de 35 a 40 años con el fin de ahondar en esta población.
Resultados Preliminares
De los 12 entrevistados:
- Solamente 3 se consideran adultos, otros 3 se consideran jóvenes y el resto se sienten confundidos entre ser adultos o ser jóvenes.
- 3 de 25 a 29 años, quisieran tener hijos y/o matrimonio en, por lo menos, 10 años; el resto no lo desea en ninguna etapa de su vida.
- 3 rentan departamento y el resto sigue viviendo con sus padres.
- Todos mencionan que les gustaría ganar más dinero para poder cumplir sus metas (viajar, regresar a la escuela, salir de la casa de sus padres, comprar un auto, tener un negocio propio, ente otras).
Sobre los significados de ser adulto
Los entrevistados significan la adultez a partir de la libertad o independencia que tienen para hacer las cosas y de la madurez, la cual es tomar las decisiones correctas para cada uno de ellos.
Adultez tradicional
Ven al adulto como una persona seria, madura, no tiene tiempo de ocio, es alguien que sabe comportarse y es consciente de lo que hace, no tiene permitido fallar, es completamente independiente, tiene casa propia, tiene uno o dos hijos y matrimonio. Tiene muchas responsabilidades y muchas preocupaciones.
“Una persona con estabilidad económica, empleo formal o tal vez un negocio, con familia, con hijos, con responsabilidades pues ya de formar un patrimonio y una persona que se dedica a eso a vivir para no sé, tener hijos, mantenerlos y educarlos” (Fabián).
“Una persona que tiene muchas, muchas, muchas, muchas, muchas, muchas, muchas, muchas pero muchas responsabilidades y pocos gustos y pocos placeres, sí mucha responsabilidad, mucha restricciones para pedir ayuda” (Sandra).
Otras formas de ser adulto
Para ellos ser adulto no es lo que la gente espera, sino lo que ellos van creando. En este sentido buscan tener un trabajo que no sea monótono, conocer cosas nuevas, seguir formándose académicamente, no tienen tantas responsabilidades y su prioridad no es tener hijos ni casarse sino el cuidado de sí mismo y viajar, que es algo muy importante que pueden hacer como adultos.
- “A pesar de que yo soy un adulto, por la edad, no me considero como tal adulto. O sea, ni joven tampoco. Porque no tengo tantas responsabilidades, no tengo tantos compromisos” (Mario).
Expectativas de ser adulto o adulta
Al preguntar a los entrevistados si existe alguna diferencia entre lo que se espera de una mujer adulta y un hombre adulto, todas las mujeres respondieron que sí de manera automática, por otra parte, solamente dos hombres reconocieron que ésta existe, sin embargo les costó ejemplificarlos.
Principalmente se espera de un hombre adulto que se case y que trabaje para mantener a su familia.
“De un hombre, pues qué se espera. Que ya tenga una familia y que sea el pilar. Que sea el que mantiene. Entonces yo creo que si en este punto yo creo que no hay nadie que diga “ah pues sí una familia de adultos ahorita, sí donde la mujer trabaja y el hombre cuida a los hijos”, yo creo que todavía no hay alguien así… o sea sí a lo mejor hay gente que piensa así o que no lo ve mal, pero yo pienso que sigue, en nuestra sociedad sigue habiendo mucha gente que espera que todo sea como ha sido desde siempre que la mujer esté en la casa cuidando a los hijos y el hombre trabajando” (Raúl).
De una mujer adulta se espera que se case o mínimo que tenga pareja lo antes posible para empezar a tener hijos, ella debe querer tenerlos. Además, que tenga una buena imagen y, en caso de que trabaje, se le exige más en cierta medida.
“He visto mucha justificación hacia ciertas actitudes de los hombres que no hay para mujeres. Repito yo pensando que ya como civilización habíamos avanzado, de repente ves cada revés que dices “híjole qué mal plan”, pero sí es mucho más aceptable un hombre soltero a esta edad o más grande, por ejemplo, pongamos un lapso 30-35, es mucho más aceptable un hombre soltero que una mujer, mucho más aceptable un papá soltero que una mamá” (Sandra).
“Sí se espera la típica fórmula la casa, la camioneta, los hijos, el trabajo y la boda. Y la verdad que sí eh, suena anticuado pero la verdad que sí me ha pasado mucho, preguntas de “¿cuántos años tienes? No pues tanto. Ay te ves de menos, ¿pero estás soltera? No ¿Estás casada? No. Ah, ¿tienes hijos? No. O sea, ¿pero sí tienes novio?” ¡O sea la pregunta ya es como preocupado!” (Sandra).
Conclusión
Con lo anterior, pudimos dar cuenta de que existen tensiones entre ser adulto tradicional, ser joven y/o construir otras formas, éstas suceden desde los 25 hasta los 40 años de edad. En la mayoría de las entrevistas pudimos encontrar momentos en los que se definían como jóvenes y otros en los que se veían como adultos, sin embargo les costaba mucho asumirse dentro de la adultez.
Aún no hemos nombrado la categoría de otras formas de ser adulto, sin embargo, tomando en cuenta la manera en que los mismos entrevistados lo nombran, podríamos llamarles adultos jóvenes, entendido no como forma evolutiva, sino adjuntando la palabra joven significada como aquello que les permite ser adultos sin todas las características que la sociedad espera de un adulto.
Referencias
Alpízar Díaz, W. (Octubre de 2005). Hacia la construcción del concepto integral de adultez. REVENF: Revista Enfermería Actual en Costa Rica(10), 1-14.
Alpízar, L., & Bernal, M. (noviembre de 2003). La construcción social del as juventudes. Última década(019), 1-20.
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Bourdieu, P. (1988). Neoliberalismo: la lucha de todos contra todos. Recuperado el 6 de Junio de 2017, de El Clarín: http://old.clarin.com/diario/1988/04/13/i-01603d.htm
Bourdieu, P. (1990). La «juventud» no es más que una palabra. En P. Bourdieu, Sociología y cultura (págs. 119-127). México, D.F.: EDITORIAL GRIJALBO, S.A.
Butler, J. (1933). Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del «sexo». Buenos Aires: Paidós.
Elejabarrieta, F. (1997). El Método Lingüístico. Barcelona, Dpto de Psicología de la Salud y Psicología Social: Universidad Autónoma de Barcelona.
Monreal, M. d., Marco, M. J., & Amador, L. V. (2001). El Adulto: Etapas y Consideraciones para el aprendizaje. Eúphoros(3), 97-112.
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